Transmision.JUEVES.6PM
miércoles, 4 de noviembre de 2009
domingo, 23 de noviembre de 2008
viernes, 21 de noviembre de 2008
Discurso
“La afectación del entorno en tiempo real a la luz de los mundos invisibles”
Un par de segundos, los kilómetros que faltan para llegar a cualquier lugar, el “parece que fue ayer”, y un “se me hizo eterno” son algunos tópicos que suelen pasar por la cabeza de cualquier individuo. Estos tópicos no son más que una resistencia al realismo que imponen los relojes o velocímetros; el concepto de tiempo y espacio, factores determinantes del regir humano.
El espacio usualmente se ve de forma objetiva, fríamente fáctico, dejando claro lo que es y no es. Sin embargo, existen acontecimientos que trazan caminos entre las imposibilidades, sentires y devenires: “(…) que no pueden ser contenidos sino en una vida y expresados en un estilo” (Deleuze). Así, se marcan diversidad de naturalezas, representando posiciones y situaciones tan invisibles como los fantasmas: “(…) lo que no se ve pero te toca en las emociones. (…) Son las almas en pena que producen miedo o asombro. Lo que aparece y desaparece como una sombra. (…)” (Silva) . Esto último evidencia una clara fragmentación del espacio, que a su vez afecta al individuo que hace parte, lo configura y que objetivamente sería un elemento más de él. Como consecuencia, el individuo traspasa los umbrales hacia lo desconocido e imprevisible, y en muchas ocasiones lleva a la aceptación de lo negado, oculto y superfluo del camino que a diario se transita en medio de la época del contagio – fenómeno en que se explota y se informa pero no se examina y entiende el entorno.
El tiempo, compuesto por una suerte de cualidad esencial, específico para cada evento que tiene que ocurrir en el entorno. Visto como heterogéneo en espacios y situaciones determinadas, predispuestas a suceder en horas marcadas por el individuo, puro y libre de presiones, conocedor de su vida y de todo aquello que lo rodea. “Un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; (...) un tiempo para llorar y un tiempo para reír (...); un tiempo de buscar y un tiempo de perder (...); un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para aborrecer: un tiempo de guerra y un tiempo de paz.” . No hay una duración determinada, existe una apreciación del momento preciso, del instante inmediato regida únicamente bajo los efectos naturales del entorno compuesto de artificios. Es el reconocimiento de los deseos, pasiones, territorios y resistencias individuales; la aceptación de los espectros negados y olvidados en las percepciones sociales donde se encuentra y observa el entorno en todas sus dimensiones.
Erika Cuestas, Catalina D’ León, Andrea Delgado, Joan Delgado, Diego Ardila, Juan Martínez.
i“Desatar pasiones ciudadanas”. Proyecto de Imaginarios Urbanos. Armando Silva.
iiLibro del Eclesiastés: El vaivén de la vida, capítulo 3, versículos de 2 a 8.
Un par de segundos, los kilómetros que faltan para llegar a cualquier lugar, el “parece que fue ayer”, y un “se me hizo eterno” son algunos tópicos que suelen pasar por la cabeza de cualquier individuo. Estos tópicos no son más que una resistencia al realismo que imponen los relojes o velocímetros; el concepto de tiempo y espacio, factores determinantes del regir humano.
El espacio usualmente se ve de forma objetiva, fríamente fáctico, dejando claro lo que es y no es. Sin embargo, existen acontecimientos que trazan caminos entre las imposibilidades, sentires y devenires: “(…) que no pueden ser contenidos sino en una vida y expresados en un estilo” (Deleuze). Así, se marcan diversidad de naturalezas, representando posiciones y situaciones tan invisibles como los fantasmas: “(…) lo que no se ve pero te toca en las emociones. (…) Son las almas en pena que producen miedo o asombro. Lo que aparece y desaparece como una sombra. (…)” (Silva) . Esto último evidencia una clara fragmentación del espacio, que a su vez afecta al individuo que hace parte, lo configura y que objetivamente sería un elemento más de él. Como consecuencia, el individuo traspasa los umbrales hacia lo desconocido e imprevisible, y en muchas ocasiones lleva a la aceptación de lo negado, oculto y superfluo del camino que a diario se transita en medio de la época del contagio – fenómeno en que se explota y se informa pero no se examina y entiende el entorno.
El tiempo, compuesto por una suerte de cualidad esencial, específico para cada evento que tiene que ocurrir en el entorno. Visto como heterogéneo en espacios y situaciones determinadas, predispuestas a suceder en horas marcadas por el individuo, puro y libre de presiones, conocedor de su vida y de todo aquello que lo rodea. “Un tiempo para nacer y un tiempo para morir; un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; (...) un tiempo para llorar y un tiempo para reír (...); un tiempo de buscar y un tiempo de perder (...); un tiempo para callar y un tiempo para hablar; un tiempo para amar y un tiempo para aborrecer: un tiempo de guerra y un tiempo de paz.” . No hay una duración determinada, existe una apreciación del momento preciso, del instante inmediato regida únicamente bajo los efectos naturales del entorno compuesto de artificios. Es el reconocimiento de los deseos, pasiones, territorios y resistencias individuales; la aceptación de los espectros negados y olvidados en las percepciones sociales donde se encuentra y observa el entorno en todas sus dimensiones.
Erika Cuestas, Catalina D’ León, Andrea Delgado, Joan Delgado, Diego Ardila, Juan Martínez.
i“Desatar pasiones ciudadanas”. Proyecto de Imaginarios Urbanos. Armando Silva.
iiLibro del Eclesiastés: El vaivén de la vida, capítulo 3, versículos de 2 a 8.
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